
En esta jungla de cristal en la que se vive, no hay tiempo para el oxígeno. Humeantes y asfaltadas calles repletas de nadie, me dejan sin ganas de respirar.
Desde mi jungla de cristal alcanzó a ver todo.
Todo y nada de lo que me interesa, porque sigo viendolo solo a este lado del cristal.
Y el mundo parece no enterarse, o no quiere hacerlo. Pero estoy gritando cada vez más y más alto.
-Una jungla de cristal, una calle sin salida, un dos sin tres. Me es indiferente.
No soy tan valiente como para clavarle las uñas a todos los recuerdos que me hacen daño, ni tan autosuficiente como para prescindir de un buen abrazo.
Pero no llego a tiempo.
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