5.11.11






Cuatro caladas, dos bares, mil intentos de sonrisa, un ligero beso y tres cervezas más tarde y seguían sin aparecer las señales.
-Emma, ¿damos un paseo?
Y se quedó pensando seriamente si es que aquella noche  no ocurriría nada más con El Misterioso chico, otra vez.
No sabía que le irritaba e inquietaba más al mismo tiempo si el hecho de que pudiera estar pasando por alto alguna de las señales, o que Jack no hubiera vuelto a sacar el tema de porqué se fue sin mediar una palabra.
En todo este dilema estaba  Emma cuando El Misterioso chico le sacó de la inopia con sus perfectos ojos volviendo a hacerle la misma pregunta con la mirada.


"Emma, ¿nos vamos? ¿te apartas del ruido y del humo conmigo?..."


Le tendió la mano y se levantó del suelo para sacudirse después la ropa llena de polvo. 
Volvió Emma a su propia relación auto destructiva  al egoísmo de los pensamientos estúpidos sobre chicos, primeras citas y besos. 
Volvió básicamente al misteriosísimo  chico que le inquietaba y adoraba a partes iguales.
Iba confusa de la mano de Jack esquivando personas y antes de que se diera cuenta él ya le había tendido el casco de la moto y volaban por la ciudad. Se atrevió a apoyar su cabeza sobre su espalda, y mientras pasaban a su lado a toda velocidad figuras y luces quiso gritarle lo capuyo que había sido y lo mucho que le preocupaba el significado de su vuelta.


(...)

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