3.2.15

Nocturna.


A veces, y solo a veces, estos muros parecen demasiado gruesos.
Desaparecen las ventanas y muere la luz.
Me encuentro sola en el lugar.
Parece todo más frío, menos humano.
No me siento incomoda con la nueva atmósfera. Por algo siempre tendí más a los grises que a los colores que anuncian verano.

Me encadeno a ese sentimiento, y me familiarizo con él.
Ya lo sabes Emmas, los viejos amigos siempre acaban encontrándose.
Me tumbo plácidamente en el suelo frío.
Acojo las sombras en los pliegues de mi ropa y el frío se me va metiendo entre los huesos. Pienso en él.

No importa. Ya no esta.
A veces ni tan siquiera llego a recordar si fue de verdad, o mi mente dibujó calles, parques y ciudades por los que solíamos pasear.
Lugares por los que nos gustaba deambular.
No importa. Ya no volverá.

Alargó mi mano hacia el tabaco. Enciendo el cigarro lentamente.
El humo entra hasta mis pulmones, respiro el aire tóxico con pensamientos.
Y me siento comoda.




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