-Con el tiempo los errores no lo parecían tanto. Un día el peso deja de ser una carga para ser ese algo con el que convivir. O del que aprender, como quieras verlo...Borraría todo, pero no es posible-
-¡Joder!- gritó Emma y cerró el Moleskine en el que había estado escribiendo, lo arrojó sobre la colcha de la cama y se fue. Lo único que no hizo fue apagar la luz de la mesita, tenía la absurda idea de que si no la apagaba se sentiría menos sola.
Hacía tiempo que no hablaba con su mejor amiga, y en ese momento la echaba realmente de menos. Una pena no poder llamarla ahora mismo para pasear por el río, como en verano.
De pronto se dio cuenta de la hora que era, -¡Otra vez tarde!- corrió al baño a peinarse y tratar de hacer algo con esos ojos en forma de sueño. El insomnio de los últimos días le había dejado una huella considerable en el rostro. Enchufa la plancha. -¿Qué me hago?¿qué me pongo? Bueno ahora lo pienso...-
Nada de maquillaje, rímel en las pestañas, anti ojeras y el pelo suelto. No estaba del todo satisfecha con la imagen que ceñuda le miraba desde el espejo, pero menos satisfecho aun estaría su mejor amigo que le esperaba en moto abajo desde hacía 10 minutos.
-PIPI- suena un mensaje en el móvil. Mientras Emma corriendo de un lado a otro del pasillo de su casa, probándose vestidos y suéter. Dejaba camisetas y pantalones tirados por el suelo. Ya las recogería.
-PIPI, otro mensaje.-Mierda, 15 minutos tarde. Seguro que es Teo (su mejor amigo)-Desde luego uno sí era de Teo amenazaba con matarle si no bajaba ya.
Pero el segundo...habían pasado más de dos años. Y justo ahora recibir ese mensaje no podía ser más que sorprendente por llamarlo de alguna forma. Solo podía significar una cosa. El, había vuelto a la ciudad.
Elige abrigo, coge el bolso. Y al final, apaga la luz.
Cinco minutos más tarde. En la Vespa roja de Teo circulaban a toda velocidad, saltándose semáforos. Desde luego que era un auténtico peligro, en broma Emma siempre le decía que había conseguido el carne de conducir por internet, pero no se permitía estar sin esos trayectos aunque fueran más que un riesgo evidente.
Y mientras iban a toda velocidad por santa Isabel empezó a chispear, eran las 6 de la tarde y empezaba ya a oscurecer. Se abrazó a la cintura de Teo y cerró los ojos .Le encantaba la sensación de que pasaran mil luces, la velocidad, el silbido que producía la moto cuando adelantaba un coche
-Llegamos, y más te vale que nos dejen entrar que ha costado 20 pavos , mona-
-Anda…Teo, no te enfades, ¡que hoy solo he tardado 10 minutillos! Ya verás como aún podemos entrar- Y le daba un beso en la mejilla que tenía un efecto sedante en el, no acostumbrado a las muestras de cariño. Un tipo duro.
Los demás del grupo no se habían apuntado a ir al teatro, o tenían mucho que estudiar, o preferían guardarse esas horas para salir de fiesta más tarde.
Dos horas y media más tarde, Teo y Emma salían comentado lo genial que había sido la obra. Y por la calle tarareaban el estribillo de la canción principal. Más bien Teo berreaba, y la gente los miraba. Explosión de risas. Mientras se dirigían al V.O.E para tomarse algo, Emma se sentía inquieta, con ganas de contarle lo de que había recibido un mensaje. Finalmente no lo hizo, por miedo a la respuesta de Teo. Y prefirió ahorrarse el consejo de su amigo.
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