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| Phillip Toledano. |
17/04/2012.
El metro lo reconozco en un ir y venir de ojos somnolientos, ánimos bajos y zapatillas sucias.
He dejado de mirar arriba, me agotan las escaleras mecánicas y a la una del mediodía ya quiero pedir el descanso.
[Pero sigo. Me siento a tu lado y es extraño porque no te conozco. Realmente creía que sí.]
Quería dejarlo esta mañana, quería decir que estoy trabajando y no me llega el tiempo para todo. Quería dos horas más, solo dos...Pero Lola me ha mirado y me ha preguntado con sus diminutos ojos marrones que si no volvería la semana que viene a jugar al domino con ella y acto seguido J.Luis agachó la mirada pensando que ya no podría comentarme el periódico y reírnos de la mala leche que tiene el polaco.
Le contesté a Lola que la semana que viene yo traía las fichas, y a J.Luis... a J.Luis simplemente le cogí la mano y me despedí como todas las semanas.
Envidié lo que a mí me falta y a ellos les sobra: tiempo.
Envidié todo lo que saben,y que no se puede aprender en los libros.
Y me enfadé conmigo al pensar que por poco dejo mi particular espacio del que coger aire fresco y probablemente lo único que es sincero, ellos.



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