30.4.13

15- marzo-2013


El caso es que iba yo sola, tirando de mi pesada maleta a la que por cierto se le había roto el asa (bonito día para hacerlo) Y ya no sabía si yo llevaba la maleta o ella me llevaba a mí.  
Rezaba para que esta vez mi móvil y no-fiel compañero aguantara con 35% de batería seis horas más que estaría perdida por esa ciudad.
Intentando  encontrar la dichosa estación de tren más cercana iba pasando por calles, por estaciones de metro y algún bus, y de nuevo más calles con olor a mar, recuerdos y mal sabor de boca de los últimos días.
Vi parejas tirando de cochecitos de bebes con olor a nuevo, gente con cara de arrastrar hipotecas y malos pensamientos, grupos de amigos riéndose, y paredes "graffiteadas" que rezaban el gran amor que un tal Jona había sentido por la Jenni  (textual). Y tuve ganas de gritar y de decir que que puto asco. TAL CUAL.

Pero mi asco no venía por los bebes, ni las hipotecas, ni el Jona... 
Y es que... estaba realmente jodida por los cambios que se me echaban encima, sin yo comerlo ni beberlo. Y es que un día era Emma de una forma, y al día siguiente era Emma transformada.

Llegué a la estación con el tiempo necesario como para comprar el billete, una botella de agua de dos litros  (sí el Vogue dice que dos litros te mantienen con tipaso yo le hago caso) y un bocadillo de lomo con tomate. A ver María... que estamos a dieta pero no nos pasemos.
Y me senté en la estación a ver la gente y sus pintas, y a esperar sin más algún cambio en mí.
Cuando sonó por megafonía que mi tren salía, volví a arrastrar mi maleta y pensé que me iba con la maleta más vacía respecto que cuando vine. Y no me había dejado nada. Me había dejado la confianza en mi misma, esperanza e ilusiones pero llevaba la misma cantidad de ropa.

Las siete horas de viaje se me hicieron relativamente cortas. No compartía asiento, iba cómoda y tenía enchufe para cargar mi ingrato móvil , y una tele con un  menú de pelis al más puro estilo viernes nosalgodemicasaqueestoydepre , comedias románticas, estupidez en vena, estereotipos,  princesas y ranas. Y pensé que no estaba tan mal, a falta de helado de chocolate.
Y ya esta, yo volviendo a mi ciudad con mi gente, y con mi nueva Emma-situación. Y lloré en el viaje y me aproveché de que no conocía a los demás pasajeros. Pero fue solo un rato, después me hice fuerte con mi bocata y con un chico que estaba sentado delante.
Se le cayó el libro que iba leyendo, mi favorito. Sonreí y el me devolvió la sonrisa. Y así de esa conexión tan corta  y al mismo tiempo intima, volví a creer en mí, en la ilusión como forma de vida y en que estaría bien pronto.


Como carta es un poco extraña pero como resumen de mi viaje esta muy bien. 
Te quiero, espero tu respuesta con las novedades.

Siempre tu amiga, Emma.

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